El domingo 13 de noviembre de 2011 no había sido muy diferente a otros días no laborables de finales de primavera: totalmente despejado, cálido, con una temperatura máxima que había los 29 grados y un atardecer muy agradable. Todavía se sentían los coletazos de las elecciones ejecutivas, que para los pergaminenses significaban una continuidad en toda la línea. Tanto Cristina Fernández, como Daniel Scioli y Héctor Gutiérrez habían sido reelectos con más del 50 por ciento de los votos en todos los casos.
Se jugaba el Torneo Apertura de fútbol y era el primer campeonato de la historia que no contaba entre sus competidores con el Club Atlético River Plate, que había descendido en junio de ese año. Douglas Haig todavía disputaba el Argentino A (iba a ascender en mayo del año siguiente) y había expectativas por la participación del motociclista local Gustavo Bassi en el Dakar 2012.
De todo eso se hablaba en las calles y los hogares de Pergamino aquella noche primaveral, casi anticipo del verano. Sin embargo, pasadas las 22:00 las sirenas de Bomberos, Policía y ambulancias romperían con la tranquilidad dominguera y marcarían una jornada de espanto, tristeza e indignación entre todos los pergaminenses.
En la esquina de Carpani Costa y la Avenida Rocha, en una casona estilo "años 60", funcionaba el geriátrico "María Crescencia", una residencia de ancianos de tipo mixta, que contaba con una habilitación precaria y que albergaba a alrededor de 13 personas. En los días anteriores Néstor Barriz, un hombre de 72 años que era pareja de Beatriz Ale, de 46 y empleada del lugar, había lanzado graves amenazas: “Los voy a quemar a todos cuando estén durmiendo” fue la frase que muchos, una vez consumado el hecho, recordarían haberle oído decir varias veces por los pasillos del geriátrico.
Sin embargo, aquel domingo por la noche no hubo amenazaz, después de una fuerte discusión entre ellos, ambos miembros de la pareja abandonaron el lugar y cerraron la puerta con llave. Beatriz Ale debía cubrir el turno noche y era responsable del cuidado de los internos hasta las 6 del lunes.
Tiempo después se supo que antes de retirarse, el hombre prendió fuego unos papeles que se encontraban en un depósito de la planta baja, donde se almacenaban artículos de limpieza.
Después de eso, sobrevino el horror. El fuego y sobre todo el humo se propagó rápidamente por todas las dependencias del inmueble y alertados por los gritos de los ancianos, vecinos y transeúntes intentaron ingresar al lugar pero comprobaron que todas las puertas estaban cerradas, por lo que se vieron obligados a romper los vidrios de las ventanas y arrancar las rejas para poder rescatar a las personas atrapadas en el interior.
Una vez que llegaron los bomberos, lograron rápidamente extinguir el foco ígneo, pero lamentablemente Francisco Núñez de 58 años, Patricio Flores de 60, Miguel Leiva de 68, Esteban Castillo de 70, Manuel Ferrand de 75 y Antonia Salvatierra de 97 murieron asfixiados en el interior del geriátrico, mientras que otras ocho personas debieron ser atendidas en el Hospital San José por inhalación de monóxido de carbono y heridas de distinto tipo.
Al mismo tiempo, en la esquina de Rocha y Carpani costa se vivían escenas dramáticas a medida que familiares y conocidos se iban acercando al lugar para conocer el estado de sus seres queridos y tomaban conocimiento de la situación. Con el transcurso de los minutos llegaron al lugar la Dra. Victoria Mariani, titular de la fiscalía de turno (hoy jubilada) y el intendente municipal, Héctor Gutiérrez, acompañado por el entonces secretario de Seguridad, Federico Beltrán.
Una vez realizadas las pericias correspondientes se abrió una nueva fasceta para el espanto, ya que se comprobó que todas las salidas estaban bloqueadas y que inclusive las barras antipánico que había instaladas en las salidas de emergencia estaban trabadas con clavos.
Con el transcurso de las horas, la fiscalía fue esclareciendo el caso, tras comprobar que el incendio se había producido de manera intencional y de obtener el testimonio de sobrevivientes y empleados, la fiscal solicitó y obtuvo una orden de detención contra Barriz y Ale, ambos domiciliados en una vivienda de calle Lavalle al 1100, en el barrio Centenario, bajo la carátula "incendio seguido de muerte".
Al día siguiente, el hecho era tapa de diarios y portales de alcance nacional y aparecía de manera destacada en los canales de noticias mientras la investigación avanzaba rápidamente. Varios testigos confirmaron las amenazas de Néstor Barriz y mencionaron que "la mujer tenía un perfil sumiso" y que su pareja era "un hombre violento, que solía dormir e, incluso vivió algún tiempo" en el lugar de la tragedia.
En esa época todavía no se habían instalado cámaras de monitoreo en el lugar, por lo que la mayor parte de la investigación se sustentó en la palabra de testigos oculares y en las pericias realizadas.
El 2 de diciembre, Néstor Barriz se suicidó ahorcándose con una sábana en el calabozo que ocupaba en la Comisaría Primera, según dijeron sus allegados a los medios de comunicación "estaba muy deprimido y no parecía dispuesto a cargar por la pena con por lo que hizo".
Además, se supo que los seis fallecidos estaban en la parte superior de la casa (cuatro en las habitaciones, uno en el baño y el sexto a los pies de las escaleras) y que no pudieron ser rescatados ya que la puerta que debía ser de emergencia estaba totalmente cerrada y no hubo forma de acceder al interior. Además, tomó estado público que el lugar sólo tenía una habilitación precaria.
El incendio del geriátrico causó conmoción, estupor e indignación entre los pergaminenses y marcó para siempre la vida de quienes tuvieron relación con el hecho: "Cuando paso por esa esquina no puedo dejar de recordar esa noche horrible" dijo a DiarioNucleo.com Jorge, un vecino de la zona "por más que pase el tiempo nunca voy a olvidar ese domingo, fue algo totalmente espantoso porque antes del incendio yo pasaba todos los días por ahí y solía ver a los ancianos, sentados frente a la ventana. Aquello fue muy doloroso" comentó.
El siniestro puso al desnudo realidad que se vivía en esa época en las residencias geriátricas en la Provincia de Buenos Aires en general y en Pergamino en particular y luego de una serie de inspecciones se supo que varios de los establecimientos no cumplían con las normas mínimas de higiene y seguridad, no contaban con la cantidad necesaria de matafuegos, el personal era insuficiente para la candidad de internos y no había asistencia médica permanente, entre otras falencias.
Poco tiempo despúes del incendio, el inmueble fue reacondicionado, desde entonces funciona como casa de familia y el barrio volvió a la normalidad. Sin embargo, ningún vecino olvidará la tragedia de la noche del 13 de noviembre de 2011.
Compartir